“Los directores que nos hemos formado con Zedda debemos llevar adelante su legado”
“Fue un coloso más allá de Rossini, pero solo esa relación ya justifica que quede en la historia de la música” – “Zedda me enseñó que el cansancio no existe en esta profesión”
- Vuelve a dirigir la Sinfónica de Galicia, la orquesta con la debutó. ¿Le trae recuerdos?
-Muchos. Es una orquesta que me ha acompañado durante toda mi trayectoria profesional. En los últimos años nuestra colaboración ha ido a más, y estoy muy feliz. Es extraordinaria.
- La dirigirá para la gala en homenaje a Alberto Zedda. ¿Cómo fue su relación él?
-Zedda y yo hemos tenido una relación de 14 años. Desde que le conocí en 2003 hasta sus últimos días. Fui su asistente, colaboré con él? Para mí es familia, así que imagínate el orgullo que me supone que su ciudad en España, A Coruña, me encargue la dirección de este homenaje. Aunque lo que me habría gustado sería estar aquí dentro de una década, celebrando sus 100 años…
- Pensaría usted que lo festejarían, con la actividad que tenía él.
-Sí, todos los que le conocíamos confiábamos en ello, porque era una fuerza de la naturaleza. Nada hacía pensar que se pudiera marchar tan pronto. Para mí fue un golpe durísimo. Pero hizo música con pasión hasta el final. Ahora celebramos su vida y el legado que nos dejó.
- Y a Rossini.
-Absolutamente. Fue el compositor de su vida, aunque no el único. Su primera edición de El barbero de Sevilla, que marca el inicio de su actividad con Rossini, es del 69. Pero él llevaba dirigiendo desde finales de los 50 con gran éxito. No podemos olvidar que ha sido un coloso mucho más allá de Rossini, aunque solo esa relación ya justifica que quede en la historia de la música.
- ¿Cuál era la situación de la obra rossiniana antes de Zedda?
-Rossini llevaba 100 años oscurecido. Desde su muerte, quedaron sus 4 ópera bufas, pero nadie supo más. Zedda se dio cuenta de que había hasta 39 óperas originales de Rossini, de las cuales dos tercios eran ópera seria. Ese es el gran legado del maestro para el mundo, haberse empeñado en comprender la figura de Rossini y rescatar todas esas óperas espectaculares.
- Usted ha trabajado muchas de ellas, ¿Rossini también ha marcado su carrera?
-Por mi encuentro con Zedda, Rossini pasa a ser una parte fundamental de mi actividad desde muy joven. Me considero un director todoterreno, hago todo tipo de música, tanto en ópera como en sinfónico, pero evidentemente es para mí un compositor muy importante. Además, creo que los directores jóvenes que nos hemos formado con Zedda tenemos la responsabilidad de llevar adelante ese legado.
- ¿La emoción es distinta en los ensayos cuando se trabaja para hacer un homenaje?
-Sí. El ambiente es diferente. La sensación que tenemos es de que nos hemos reunido un grupo de amigos a hacer la música extraordinaria de Rossini para recordar a nuestro maestro Alberto. Todos estamos de alguna manera ligados a él. Yo tengo 35 años, él ha fallecido con 89, y uno pensaría “más que padre e hijo, son abuelo y nieto casi”, pues no, ¡Alberto era mi hermano! [se ríe]. Y la relación de la Sinfónica de Galicia con Zedda? Ha trabajado con ellos mil veces. Es fundamental en su historia, igual que en la de A Coruña.
- Siempre dice que la música tiene que evolucionar, ¿ha modernizado a Rossini para esta ocasión?
-Creo que la visión de Rossini que tenía Zedda era ya de una modernidad absoluta. Se pueden hacer cosas diferentes, pero estarán siempre en el mismo ámbito, no se puede ir más allá. Yo lo que pretendo en esta gala es aplicar con la mayor humildad del mundo todo lo pude aprender de él.
- ¿Por ejemplo?
-Su capacidad infatigable de trabajo. Eso es vital para un músico, el trabajo constante es lo único que te puede hacer evolucionar. Zedda me enseñó que la palabra cansancio no existe en esta profesión. También aprendí de su capacidad de sorprenderse y maravillarse a pesar de la edad. Para mí esa sensación de no haber terminado nunca de aprender, es lo más importante.
- ¿Se pierde la magia en la música con el paso del tiempo?
-No se debe. Cuanto más ha hecho, más debe crecer la sensación del músico de que aún le queda mucho por hacer. Porque el legado musical es como el mar. Cuanto más te adentras en la música, más te percatas de que cada ópera que haces es como un pequeño dedal de agua que sacas del océano. Te das cuenta de todo el que te queda.
- ¿Qué queda en su océano? Parece que seguirá entre obras rossinianas.
-Sí, este año, sin haberlo buscado, ha resultado ser muy rossiniano para mí. Me lo tomo también como una señal, como un homenaje adicional al maestro. En la primera quincena de octubre voy a hacer a Ancona El barbero de Sevilla, de nuevo en homenaje a Zedda, con un elenco de ex alumnos de su academia rossiniana de Pésaro. Y en noviembre voy a Canadá a hacer La Cenerentola. Son ediciones suyas, y óperas que estudié con él, así que a lo largo de este año me siento muy acompañado por Alberto. Estoy siempre con esas partituras, encontrándome cosas que me escribió? Por una parte da mucha pena no tenerle, pero por otra es una compañía fundamental para mí. Y espero tenerle presente siempre.