Figuras del canto se citan en La Coruña para una gala benéfica de ópera y zarzuela. Lo recaudado se destinará a una asociación que ayuda a la educación de niños en India
El barítono Juan Jesús Rodríguez
El «culpable» es el barítono onubense Juan Jesús Rodríguez, uno de los cantantes españoles del momento y con mayor proyección nacional e internacional. Hace dos veranos decidió viajar hasta la India, a la región de Karnataka, para conocer sobre el terreno las actividades de la ONG «Kiva mirando a India», que financia directamente la educación de 68 niños. «Pero los matriculamos, no damos dinero sin más para que se lo queden las mafias», aclara a ABC, y para tal fin organiza este sábado en La Coruña a partir de las 20.30 horas la primera gala con la que recaudar fondos.
«Creemos que hay que pagarles una educación y que ese niño aprenda a autogestionarse la vida», un aprendizaje que «le transmite a su núcleo familiar». «Siembras una semilla que es increíble los frutos que da», expresa Rodríguez, que agradece al director artístico de Amigos de la Ópera, César Wonenburger, «la implicación y la sensibilidadpara aceptar la propuesta y organizar la gala lírica».
Al llamamiento de Juan Jesús Rodríguez, a ese espíritu solidario que se enciende en el cantante andaluz, acuden nombres de la talla de las sopranos Ainhoa Arteta e Isabel Rey, la mezzo italiana Mariane Cornetti o el joven tenor peruano Andrés Veramendi, que bajo la batuta de José Miguel Pérez Sierra interpretarán fragmentos de ópera y zarzuela acompañados por la Sinfónica de Galicia.
«Vamos a escuchar de todo, mucho Verdi, mucho Puccini y también el repertorio español», por el que a su juicio «sigue faltando cariño». «Es una música genial, que deberíamos dignificar e internacionalizar porque una “Marina”, una “Luisa Fernanda” o una “Revoltosa” podrían triunfar perfectamente en Alemania o Italia», asevera.
Una especie de complejo, reflexiona, que también se extiende a la hora de elegir cantantes en los teatros españoles, y que lleva al absurdo de «pensar que lo que viene de fuera es mejor». «Ya no es enfado ni rabia», admite, «pero sí indigna que hagas una gran carrera en escenarios muy exigentes como Florencia, Nápoles o Palermo con éxito y que en España no te llamen para cantar. Ya lo tengo superado porque ahora puedo decir que canto en España, pero durante años no fue así». Su calendario le llevará la próxima temporada al Teatro Real de Madrid para encarnar al jorobado Rigoletto, un papel que «cuando tenía veinte años soñaba con cantar en la Scala de Milán». «Ahora que tengo 45 años, el sueño es otro, porque ya he interpretado el rol y he sido capaz de conmover con él», en teatros como Valencia o Sevilla, «aunque todavía necesita algo más de vuelo», señala.
Conmover, de eso se trata. «Ese es nuestro trabajo», reconoce, «no triunfar ni tener grandes éxitos, sino llegar a conmover a las personas, eso sí es gratificante». Para lo que tiene claro que, por encima de todo, hay que tener la cabeza bien amueblada y gozar de fortaleza psicológica. «Es hasta más importante que la voz», insiste, dentro de un oficio cuya vida cotidiana «no es fácil».
«Llevo mal estar lejos de mi familia, de mi casa, es una carrera muy dura, y además está el mundo de los agentes, de los directores artísticos, las exigencias propias y ajenas», un relatorio que concluye admitiendo que, en esto de la lírica «existen las manos negras. Y lo digo sin reparos».
Profeta sin tierra
Nacido en Cartaya, un pequeño pueblo costero de la provincia de Huelva, Rodríguez se lamenta de no haber podido llevar su arte al escenario de la capital. «Y lo he intentado, pero no ha sido posible», lamenta, «en Huelva no hay tradición en la lírica y si tienes una figura internacional que ha salido de la tierra, lo normal sería dedicarle un espacio para que mis conciudadanos puedan empatizar». Al menos le queda la pequeña satisfacción del reconocimiento de su pueblo, que recientemente lo nombró hijo predilecto.