Coruña en el mundo musical
Si algo distingue a La Coruña estos días entre sus distintas manifestaciones culturales es la excelencia de sus instituciones musicales, que recientemente han llevado a algunas entidades de la ciudad a proponer su designación como Ciudad de la Música. Y de modo muy particular su devoción particular por la ópera, que ya Emilia Pardo Bazán recogía en sus escritos y que obtiene carta de naturaleza a partir del siglo XVIII, cuando Nicola Settaro decide construir el primer teatro lírico en el barrio de Pescadería, antecesor de lo que luego sería el Teatro Principal, hoy Rosalía, por donde pasaron algunas de las más importantes voces del momento, como Tito Schipa, Giuseppe Di Stefano o Victoria de los Angeles. Como algunos musicólogos han señalado, A Coruña acogió, por ejemplo, el estreno del Don Giovanni de Mozart en España, y aquí cantaron los dos primeros artistas gallegos que actuaron en La Scala de Milán, el tenor de la Costa da Morte, Ignacio Varela, y la eximia soprano coruñesa María Luisa Nache. Desde 1953 la labor de mantener viva la llama de la lírica en la ciudad le ha correspondido, hasta hoy mismo, a Amigos de la Ópera, la sociedad de su género más antigua de España. Por eso cuando me tocó la responsabilidad de ser ministro de Cultura, una de mis primeras acciones fue equipararla, si quiera modestamente, en financiación estatal con las citas similares que se celebran en ciudades como Oviedo, Bilbao y Valencia -con las que compite en calidad-, algo que luego se dio al traste mediante la llegada del gobierno actual que eliminó la subvención nominal para la ciudad dejándola en una cantidad ridícula, hasta hoy. Si Coruña tiene un nombre fuera de España, es en parte gracias a la labor de entidades como Amigos de la Ópera, su Festival y ahora la Temporada Lírica, como estos días ha recordado el barítono Leo Nucci, que debutó en nuestra ciudad en 1973. Cuando en 2014 mi buen amigo Gioacchino Lanza Tommasi, ex director de los Teatros Communale de Bolonia y Massimo de Palermo, de la Orquesta de la RAI y de la Sociedad Filarmónica de Roma, asistió a la inauguración de la Temporada Lírica escribió una carta a los Amigos de la Ópera en la que afirmaba que «esta temporada era mejor que las que se desarrollaban en Italia». Su programación así lo acreditaba, permitiendo estrenos en la ciudad de obras relevantes y propiciando la actuación de primeras figuras de la lírica, que la han hecho merecedora de galardones de tanta enjundia como los premios líricos españoles. Por eso, la continuidad de un proyecto de tanto interés para esta ciudad como su temporada lírica jamás debería cuestionarse. Por el contrario, las distintas formaciones políticas, desde sus instituciones, deberían conjurarse para no sólo asegurar su permanencia, sino dotarla cada vez de una mayor financiación que le permita mantener su calidad y seguir disputando a otras ciudades el sello de capital de la ópera en España. No es lógico que se gaste 1,2 millones de euros en la celebración de la Copa de baloncesto en la ciudad, y al mismo tiempo se deje de dotar de idéntica calidad a una temporada lírica con actividad todo el año, que es un ejemplo de calidad, que convierte a nuestra urbe en un lugar más atractivo a ojos y oídos de quienes nos visitan, nos otorga prestigio y contribuye, como la cultura, al bienestar y felicidad de unos ciudadanos que deben tener la oportunidad de ser educados en la belleza.