Celso Albelo: «Ojalá todos los Plácidos Domingos fueran tan Plácidos…»
El número uno de los tenores españoles inaugura este domingo en el Teatro Colón,
a las 20.00, la Programación Lírica coruñesa. «El reguetón pasará, pero la ópera es un bien universal», asegura
Después de sus recientes triunfos internacionales, como el que este verano le llevó a celebrar el aniversario del más histórico festival francés, el de Orange, Celso Albelo regresa a casa. Al menos, a la artística, pues fue en A Coruña donde el tenor al que Plácido Domingo considera el mejor entre los españoles comenzó a dar sus primeros pasos, en 2006. Pasado mañana, abre la Programación Lírica coruñesa con un concierto muy especial.
-En «Íntimamente», su cedé de canciones latinoamericanas que grabó precisamente en Galicia para Sony, propone una mirada musical a ambas orillas del Atlántico, desde España hasta México, Venezuela, Argentina… ¿Por qué hoy se canta tan poco un repertorio que tuvo tanto éxito en su día?
-Lo más importante de la elecciones de este tipo de canciones quizás no sea su pérdida de protagonismo como lo que me llevó a elegirlas: han formado parte de la banda sonora de mi vida.
-Siempre se habla de Alfredo Kraus, pero la cantera de cantantes líricos canarios es impresionante, ¿qué es lo que tienen las islas para que allí surjan las voces con tanta espontaneidad y calidad?
-Quizás tenga que ver ese folclore tan arraigado que tenemos, ese embudo músico-cultural mezclado con ese clima que favorece que la gente se aproxime al canto, a la espontaneidad del decir… Creo firmemente que son factores que influyen…
-En el repertorio que ahora ofrecerá en su recital en A Coruña, ha incluido roles nuevos como el Rodolfo de la ópera «La Bohème» o el Riccardo de «Un ballo in maschera»… Pareciera como si estuviera alejando de su modelo Alfredo Kraus y se acercara más a Luciano Pavarotti, ¿es algo consciente, hacia dónde se encamina su carrera?
-Bueno, ¡en cualquier caso ninguno de los dos maestros son un mal modelo! Aquí lo importante es ser sincero con uno mismo y escuchar las necesidades de tu instrumento. Creo que estos son roles que vienen a sumar a los que sigo cantando: mucho Donizetti, Bellini,…después de A Coruña tengo Il Pirata en el Teatro Real y en enero Lucia di Lamermoor en el Campoamor de Oviedo… así que no me alejo ni de uno ni del otro.
-Mientras otros tenores que comenzaron la carrera más o menos con usted ya han desaparecido, usted parece mantenerse en lo más alto del escalafón, ¿cuál es el secreto?
-Imagino que algo de fortuna con la salud, lo que sumado la disciplina, la sinceridad con uno mismo y la honestidad te llevan a intentar no dar un paso más grande que la pierna. Son también muchísimos los factores anímicos que influyen… siempre que me hacen esta pregunta recuerdo la frase: «Para cantar hacen falta muchas cosas y luego, un poquito de voz…».
-El reguetón parece que arrasa, pero para su recital de A Coruña ya no quedan localidades, ¿cree que está el futuro de la ópera garantizado?
-¿Cuántas modas como el reguetón ha visto pasar la ópera? Ahí seguirá para las nuevas generaciones, es un bien universal.
-Por cierto, ¿qué opina de la polémica que se ha creado en torno a Plácido Domingo?
-Que ojalá todos los Plácidos Domingos fueran Plácidos…
-En su última actuación aquí, Amigos de la Ópera le otorgó su insignia de oro, ¿qué le une al público coruñés?
-Mi carrera ha ido ligada a los Amigos de la Ópera, son más de diez años de colaboración y admiración mutua. Fueron los primeros que me dieron una oportunidad en España. Todavía me acuerdo en los primero años la frase de Natalia Lamas [la presidenta]: «Bueno, Celsiño, ya sé que pronto dejarás de venir, pero aquí te querremos siempre…». De su frase hemos pasado al tenor gallego nacido en Tenerife… Admirable el talante, la calidad de sus elecciones en los repartos, la ilusión en el trabajo, en definitiva, esa continua oferta cultural de calidad pese al continuo ninguneo que hay por parte de las instituciones.