Gran acogida para el recital de Ramón Vargas

 

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El cantante durante una actuación

 

Publicado en La Voz de Galicia

Gran triunfo del tenor mexicano Ramón Vargas

El cantante abordó una obra de gran calado dentro de la canción de concierto: «Tres sonetos de Petrarca», de Franz Listz

La presencia del cantante mexicano Ramón Vargas en la Temporada Lírica coruñesa constituyó un nuevo triunfo. Es alta la sugestión de la voz tenor. Desde 1835, cuando Donizetti estrenó Lucia di Lammermoor y le encargó el papel de Edgardo al francés Gilbert Duprez, descubridor del legendario do di petto (emitir el sonido con la voz natural y no de falsete), la figura del tenor se agranda y, además de ser el amoroso en sustitución de los castratos, pasa a ser el héroe. Vargas es tenor lírico spinto de voz hermosa, bien colocada sustentada en un gran fiato y de irisaciones aterciopeladas, guiada por un instinto musical de gran emotividad y entrega. Generoso y torrencial, explica al público el contenido de las obras y no escatima en el empleo vocal. Disfruta cantando y contagia

Para empezar, abordó una obra de gran calado dentro de la canción de concierto: Tres sonetos de Petrarca, de Franz Liszt, los números 47, bendito sea el día?, 104, paz no encuentro?, y 123, vi en la tierra angélicas costumbres?, ciclo largo y exigente que resolvió con arte. Magnífica la pianista Mzia Baktouridze. Y Siete canciones populares españolas, de Falla (mejores momentos, la Jota y el Polo)

En la segunda parte, de corte italiano, Vargas parecería haber nacido en Sorrento de no haberlo hecho en Tenochtitlán. Idóneo su modo de abordar las romanzas de salón de Leoncavallo, Cilea, Mascagni y Denza, con mención especial para Ideale, de Tosti, y Nebbie, de Respighi. Retiró del programa las obras de Zandonai y Pizzetti, para cantar dos canciones mexicanas: Estrellita, de M. Ponce, y Muñequita Linda, de María Greve. Calurosos aplausos y las propinas: un guiño a su primer rol, Don Ottavio, de Don Giovanni, con Il mio tesoro, al que dio carácter heroico; gran emoción en su pletórica versión de la magnífica aria de Un ballo in maschera, y gracia y alegría en La Danza, de Rossini, con nueva exhibición de la pianista. Prolongadas ovaciones.

Antón de Santiago

 

Publicado en La Opinión

Las primicias gallegas de un gran tenor

Hace más de treinta años que el tenor Ramón Vargas comenzó una importante carrera internacional. Como es habitual en la voz humana, el transcurso del tiempo va haciendo más grave la suya. Si ha sido un tenor lírico-ligero que, por ejemplo, cantaba el Don Ottavio, del Don Giovanni, de Mozart, hoy le va mucho mejor a su cuerda, el protagonista de Un ballo in maschera, de Verdi; es decir, el repertorio de lírico estricto y quizá ya de lírico spinto. Lo cual resultó muy evidente porque los dos primeros bises que ofreció fueron sendas arias de estas óperas. Las exclamaciones de entusiasmo y los aplausos rítmicos llegaron tras el aria de ópera verdiana. Con toda justicia porque fue uno de los mejores momentos del recital. Este tipo de aplauso, que no suelen prodigarse, se repitió tras la brillante versión de la célebre y difícil pieza de Rossini, La danza. El tenor mexicano planteó un programa en dos partes bien diferenciadas. En la primera, dos ciclos de canciones: los Tres sonetos de Petrarca, de Liszt, y las Siete canciones populares españolas, de Falla. Aunque ya en los sonetos pudo apreciarse la exquisita escuela, el uso del canto legato, la serena exposición de la melodía y la refinada regulación del volumen, con empleo bien medido de la voz blanca, las cualidades expresivas -sobre todo, la cálida efusión lírica, tan propia de la escuela italiana (DiStefano, Pavarotti)- que caracterizan a este artista, comenzaron a ser evidentes en la obra de Falla. Pero, donde realmente esas cualidades brillaron fue en las canciones italianas, en las dos de su tierra (Princesita y Muñequita linda) y en los fragmentos de ópera. Entre las primeras, destacaron sobre todo Nebbie, de Respighi, Ideale, de Tosti, y Torna, de Luigi Denza. La georgiana Baktouridze es una magnífica pianista acompañante. Toca con elegancia y acompaña con perfecta adecuación al solista (impecable regulación del volumen, flexibilidad del tempo). Pequeños errores no empañan una labor extraordinaria.

Julio Andrade Malde

 

Publicado en Diario de Ferrol

Grandes cantantes

Redacción Ferrol

El más reconocido tenor mexicano, Ramón Vargas, cantó por primera vez en Galicia- algo de lo que nos hacemos eco en Ferrolterra- el pasado jueves en el teatro Rosalía de Castro, dentro del ciclo “Grandes Cantantes” de la temporada lírica que organiza la veterana entidad de “Amigos de la Ópera”. Vargas es el máximo exponente de una generación de cantantes latinoamericanos ( Juan Diego Florez, Javier Camarena…) que triunfan en los escenarios del mundo entero, formando parte de cuadros operísticos que se representan en Europa, Estados Unidos o Japón y también en Festivales o recitales como el de esta ocasión, en el que entre la intimidad del piano y la voz escuchamos los Tres Sonetos de Petrarca, los lieder que Franz Liszt compuso inspirándose en el poeta italiano o las Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla, en las que el compositor extrae de nuestra esencia popular ritmos, modulaciones, armonías y ornamentos entroncados con  antiguas y arraigadas raíces, elaboradas con la maestría que las convierte en obras de exquisita factura e interés universal. Vargas arriesgó en la interpretación de estas canciones que son tan próximas a nuestra cultura y en las que nos reconocemos de manera singular. Arias de corte verista (Leoncavallo, Mascagni…) protagonizaron la segunda parte del recital, marcada por un fuerte y denso contenido dramático, mostrando Ramón Vargas el equilibrio entre belleza, expresión y técnica vocal. Especial mención merece la repertorista, Mzia Baktouridze, elogiada especialmente por la presidenta de Amigos de la Ópera, la ferrolana Natalia Lamas por su encomiable actuación. Hubo espacio también para la canción, en especial la canción mexicana: Te quiero, dijiste; Estrellita…temas con los que el tenor obtuvo una calurosa aclamación. Una voz trabajada laboriosamente, como el propio intérprete afirma en las distintas entrevistas realizadas con motivo de este debut en Galicia: “La voz, el canto…son un regalo y mi deber es trabajar para perfeccionarlo y poder transmitirlo”. Algo que consigue el mexicano a través de una dilatada carrera movida también por la predispuesta vocación del tenor que supo conquistar el gusto de los espectadores.

Julia María Dopico Vale

 

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