En mitad del túnel

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Crítica

En mitad del túnel

julio andrade malde 06.09.2016 | 00:46

Uno de los momentos de la representación de ´Falstaff´, el sábado, en el Palacio de la Ópera.

Uno de los momentos de la representación de ´Falstaff´, el sábado, en el Palacio de la Ópera. carlos pardellas

El habitual “saludo” de la presidenta de Amigos de la Ópera, en el programa de mano, se titula En medio del túnel. Ahí sitúa la temporada de ópera coruñesa que, con sus 64 años de vida, es la decana de los festivales de ópera en España. Hay quien dice que cuando se ve a un gallego en mitad de una escalera no se sabe si sube o si baja; la estúpida gracieta nos sirve hoy para preguntarnos si nuestro sexagenario Festival de Ópera, situado en mitad del túnel, esta saliendo hacia la luz o retrocediendo hacia la oscuridad. De momento, hemos dados tres importantes pasos hacia delante (el último con botas de siete leguas): dos recitales (Cornetti y Kunde; Albelo) y una representación de ópera que en España se hace raramente y que es estreno absoluto para Galicia: una obra maestra, Falstaff, la última ópera de Verdi. El problema que plantea esta obra es que precisa elementos excepcionales para su digna puesta en escena: una gran orquesta sinfónica de primerísimo nivel; hasta diez cantantes extraordinarios que además han de ser actores; uno de ellos, el protagonista, dotado de excepcionales facultades; y un director musical capaz de llevar a buen puerto una partitura de extrema dificultad, con una fuga final que pone a prueba a todos los que están comprometidos en la representación. El resultado ha sido brillantísimo. Se ha contado con el mejor Falstaff de la actualidad, Bryn Terfel; dos sopranos (Arteta e Iniesta), soberbias; dos mezzos inmejorables (Cornetti y Molinari); un gran barítono (Rodríguez); y dos tenores más que notables (Corujo -quizás en el papel más brillante que le hemos escuchado- y Pardo); y un tenor (Atxalandabaso) y un bajo (Sánchez) que completaron magníficamente este gran elenco. La Sinfónica de Galicia, extraordinaria bajo la sabia e inspirada batuta de Alberto Zedda (¿cuándo esta ciudad que él tanto ama le rendirá el homenaje que merece?) Coros Gaos y Minigaos, muy acertados. Y una puesta en escena sencilla e imaginativa, que juega con la variación del paralelogramo, sugiriendo ventanas de diferentes tamaños y formas. Tambascio es uno de esos grandes regisseurs capaces de obrar milagros con medios reducidos.

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