La musa gallega de Carlos Saura
Don Giovanni me sitúa en el otoño. Cuando empieza el verano septiembre parece lejano, pero es el mes que llega a más velocidad. Hago esta reflexión porque reservé las entradas para el estreno de la programación lírica de A Coruña y ya está ahí, a la vuelta de la esquina. De hecho estos días se dio una circunstancia curiosa. En el auditorio de Afundación de la ciudad herculina proyectaron la película Carmen, dirigida por Carlos Saura. El recinto se llenó, pero casi nadie sabía que casi enfrente, en el teatro Colón, el legendario director estaba grabando una escena para ese Don Giovanni que se estrena el 13 de septiembre y que tendrá una segunda función el 15. ¿Por qué grabar una escena para una ópera? La respuesta la sé, pero los promotores de la representación me piden que no desvele el misterio. Lo que sí les puedo contar es que aparece una criada de uno de los personajes de la ópera, Doña Elvira, una de las novias de Don Juan, que interpreta una actriz gallega. A Carlos Saura, que se encarga de la escenografía y del movimiento escénico en la obra, le ofrecieron varias posibilidades. Le mostraron imágenes de diferentes intérpretes, y finalmente, tras varias pruebas, se decantó por la gallega Carmela Martins, a la que conocí hace un par de años y que lleva tiempo intentando hacerse un nombre en este mundo. En su cuenta de Instagram, escribió: «He tenido el gran placer de rodar bajo las directrices del maestro Carlos Saura. Gracias por esta experiencia y a todo el equipo que lo ha hecho posible». Tiene razón. No es un papel destacado en una película, ni protagoniza una serie, pero siempre podrá presumir de que rodó a las órdenes del mismísimo Carlos Saura y que fue su musa un verano en el que septiembre ya llama a la puerta. Para Carlos Saura será la primera vez que haga un Don Giovanni, y la cita es en A Coruña porque es donde se estrenó en España hace muchos, muchísimos veranos. El 13 de septiembre veremos la filmación protagonizada por Carmela Martins.
El estanco de Gondomar
Cada año que pasa me gusta más Gondomar. Verano tras verano me encuentro con más calles peatonalizadas. Donde antes solo había coches y ruido, ahora hay terrazas y tranquilidad. En esta localidad del Val Miñor existe un estanco-bar cuya propietaria afirma que es el negocio más antiguo de la zona. «Sin querer entrar en polémicas», matizó. Fechas de apertura al margen, el local conserva un encanto especial y hasta la tapita de fabada que nos puso estaba sabrosa. Muy cerca está otro clásico, el Catro Camiños, que lo mismo te vende unas botellas de vinos que te sorprende con una sencilla pero maravillosa tapa de lomo asado sobre un trozo de pan. Por recomendación de un amigo-vecino de la zona fui a probar las pizzas de La Vitrola. Si olvidamos la cantidad de minutos que tardaron en tomar nota y traerlas, que es algo más fácil de olvidar cuando estás entre amigos, hay que reconocer que estaban muy buenas. Con tantas dosis de calorías no sé si me servirá la camisa que tenía pensado llevar al estreno del Don Giovanni de Mozart.