Con solo 23 años recién cumplidos, la soprano Marina Monzó (Valencia, 1994) se ha convertido ya en la nueva revelación de la lírica española
Todos los aficionados a la música clásica hablan de ella estos días. Este mismo verano ha causado sensación en el Festival de Pésaro, el lugar donde la descubrió el director Alberto Zedda, con La pietra del paragone rossiniana, y hoy mismo debuta en A Coruña en uno de los roles principales de la ópera Un ballo in maschera, el divertido Óscar, que inaugura la Programación Lírica con todas las localidades agotadas. Mientras la semana próxima participará además en el gran homenaje que Amigos de la Ópera le ha preparado a su mentor (Gala Rossini: Alberto Zedda en el recuerdo), le esperan compromisos en el Teatro Real madrileño y el San Carlo de Nápoles, donde cantará la Gilda de Rigoletto.
-Siendo tan joven, ¿cómo llegó a descubrir la ópera y cuándo decidió que quería dedicarse profesionalmente a cantar?
-En mi casa siempre se ha escuchado música de todo tipo, pero la primera vez que escuché ópera fue con ocho años más o menos. Era un cedé de Tosca y me acuerdo perfectamente de ir gritando por mi casa «Mario, Mario…!». Hace cuatro años que decidí presentarme al Conservatorio Superior de Valencia, pero cuando me di cuenta realmente de que esto era lo que yo quería fue en el 2015, al invitarme a cantar en la fiesta de la lírica que se celebró en el Teatro Real.
-La cantera valenciana está llena de buenos músicos, ahora en A Coruña coinciden estos días usted y su paisano, el director de «Un ballo in maschera», Ramón Tebar. ¿Qué es lo que se está haciendo bien en su tierra con la música?
-En las fiestas de la Comunidad Valenciana la música es muy importante. Más en los pueblos que en las ciudades, hay un porcentaje alto de jóvenes que forman parte de las agrupaciones musicales locales, en las bandas, orquestas o coros. Sin ir más lejos, por ejemplo, en la clase de mi hermana de la ESO, un tercio de los alumnos eran músicos y muchos estudiaban en el conservatorio. Eso es algo alucinante.
-Desde su punto de vista, ¿qué se puede hacer en la actualidad para interesar a los jóvenes por el género lírico?
-Creo que hay que despertar su curiosidad, que se de a conocer un poco más la ópera. Es como en el colegio, cuando encuentras un buen profesor que te puede hacer amar la literatura, la historia o las matemáticas, solo hay que enseñar lo que es.
-¿Se puede escuchar a Justin Bieber y Mozart y disfrutarlos?
-¡Claro que sí! Lo mágico de la música es eso, que te puedan gustar y disfrutar géneros diferentes y no preocuparte en qué van a pensar de ti porque te guste Puccini y al mismo tiempo Lady Gaga.
-¿Cuáles son sus grandes ídolos en la ópera?
-A mí me encanta escuchar grabaciones de Mariella Devia, Renata Scotto, Monserrat Caballé, Mirella Freni…
-¿Qué papel jugó Alberto Zedda en su lanzamiento, cómo lo recuerda?
-Conocí a Alberto en una masterclass y cuando me oyó me dijo que me presentara a las audiciones de la Academia Rossiniana. Él siempre confió mucho en mí y en Pésaro me hacía cantar en todos los conciertos. A los cantantes que hemos pasado por el festival nos transmitió su amor por Rossini y por supuesto el modo de interpretarlo. Se puede decir que a mí me descubrió un mundo nuevo que hasta entonces no conocía y sobre el que me encantaría seguir profundizando.
-Tengo muchísimas ganas de debutar en la temporada de A Coruña, aquí hay una gran tradición y los repartos siempre son increíbles. En el caso de Un ballo in maschera contamos un reparto de primer nivel, como lo son también la dirección musical (Ramón Tebar) y escénica (Mario Pontiggia). Si hace un año me dijesen que iba a compartir escenario con estas grandes figuras no me lo habría creído.
-Espero seguir como ahora porque que lo estoy disfrutando mucho.