Zedda saca color a la voz de los cantantes

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Zedda saca color a la voz de los cantantes

El maestro, con 86 años, imparte un curso de interpretación a 16 voces jóvenes


A Coruña / la Voz 11/10/2016 05:00

«Piano, piano. Cambia el color, ¡Dios mío! Tiene que haber un color diferente, sino parece que es la máquina la que canta». Sentado en su mesa, sobre el escenario de Afundación, Alberto Zedda daba ayer indicaciones a una de las cantantes que participan en el curso de interpretación. Lo imparte el maestro dentro de la programación lírica que organiza Amigos de la Ópera. Durante cuatro horas, Zedda escuchó a algunos de los 16 participantes en el curso que concluirá el 24 de octubre con un concierto en el que actuarán los asistentes.

Zedda, que acaba de llegar de Canadá, donde impartió un curso similar a este, y antes estuvo en el teatro Bolshói de Moscú dirigiendo la ópera Ermione, no oculta su pasión, su ironía y su rotundidad a la hora de valorar a los participantes: «¡Esta es una profesión para adultos con c…! Me falta la parte elemental. A menos que haga un milagro… Cambiar el agua en vino, alguno lo hizo. Esto es agua y necesito vino… o mejor coñac». Esto enfatizaba tras una audición.

«Dice lo que tiene que decir y esto está muy bien», valoraba otra de las cantantes, Julia Martínez Sánchez. Esta lucense de 21 años recibía indicaciones precisas de Zedda: «Esto debe estudiarlo muy lentamente, sacando fuerza a cada nota… Cada nota es una perla. Se siente que ha cantado esto, pero no lo ha estudiado o, vamos a ser positivos, no lo estudió bastante bien», decía en su mezcla de italiano y español.

Al final de las clases matinales, Zedda, que tiene 86 años, resumía: «Los primeros compases son siempre los más difíciles; mi maestro decía que lo importante son los primeros compases y los últimos, lo que pase en medio, aunque sean dos horas, es menos importante [risas]». Reconocía que esperaba encontrar a un grupo más próximo a la profesionalidad, «con estudios más avanzados» y que con su ayuda «podrían cantar en teatros importantes». De todos modos, «encontré una gran buena voluntad» y como «se parte con la posibilidad de progreso irán a más». Reflexionaba que esta es una profesión «muy dura y difícil, en la que cada vez hay más competencia».

Helena Abad, otra de las asistentes, ha estado en las tres ediciones del curso de Zedda. «Es un privilegio. Para mí conocerlo y trabajar con él es un antes y un después; desde la primera vez que trabajé con él, cada vez que afronto una obra ya es una cosa distinta. Es muy humano, muy pasional». Y concluye: «Es una maravilla, sobre todo cuando ha trabajado con tantos, tan grandes y en todo el mundo».

La moldava Clara Panas lleva años en la ciudad, con su marido, profesor de trombón, -«él vino primero»-. Esta madre de tres hijos asegura que está encantada con el curso, ya que Zedda «aporta mucha información que es necesaria para vivir la música; cada uno aprende a cantar, pero eso no es todo, se necesita algo más y esto es lo que el maestro nos da». En este sentido sostiene que el director «completa lo que falta, los elementos que tú no tienes; me siento una afortunada», concluye Clara.

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