La Programación Lírica 2016 se clausuró con un rotundo éxito el pasado viernes tras la actuación del barítono Leo Nucci junto a la Sinfónica de Galicia, bajo la batuta de José Miguel Pérez Sierra. Durante el transcurso de la última Gala Lírica, la presidenta de Amigos de la Ópera, Natalia Lamas, le impuso al artista la insignia de oro de la institución. Nucci, que agradeció la concesión de este reconocimiento a su lealtad, entrega y generosidad demostradas con creces desde su debut aquí, en 1973, besó en varias ocasiones la insignia durante la actuación, un gesto que emocionó al público presente. A continuación, un resumen de las principales críticas aparecidas hasta el momento:
lavozdegalicia.es
Imagen:EDUARDO PEREZ
El barítono italiano deleitó al público con un recorrido por Verdi, Leoncavallo, Puccini, Giordano y Gounod
Antón de Santiago
11/12/2016 05:00
Con toda brillantez se clausuró la enteca temporada lírica 2016 de Amigos de la Ópera de A Coruña. Y fue con otro regalo material y, sobre todo, artístico, de ese portento que es Leo Nucci. Su longevidad pletórica se debe a dos factores: su talento y la suerte de tener una salud de hierro, a la que él, cuidándose, contribuye decisivamente. Decía la tratadista Nanda Mari (Canto e voce) que, según expertos, un cantante de ópera emplea unas energías similares a las de un pugnatore [boxeador]. Esto lo sabe Nucci y por eso expresa su arte desde un jovial cuerpo de atleta.
El brillo artístico del concierto -y el apoyo determinante que una figura de la talla de Leo Nucci da al festival operístico coruñés- debe hacer reflexionar a los que tienen en su mano la voluntad de nutrirlo adecuadamente. Amigos de la Ópera correspondió otorgándole la medalla de oro de la entidad. Nucci marchó presumiendo de ella.
El programa ofrecido era muy potente. Abrió con el Prologo de I Pagliacci, de Leoncavallo (lo cantó en su debut coruñés de 1973), enorme documento sonoro del verismo, que tuvo espléndida respuesta; entrega que continuó con el Dio di Giudà, de Nabucco, y la subsiguiente cabaletta, magnífico en recitativos y expresión cantabile; y otra muestra del exigente estilo verdiano, el Alzati… Eri tu, de Un ballo in maschera, dicho con excelencia. Lo mismo de los regalos, melodrama romántico y verismo, más muestras de talento y generosidad: escena completa de las mazmorras de Don Carlo, y Nemico della patria, de Andrea Chenier, de Giordano, monólogo formidable por su riqueza expresiva, que nuestro artista resolvió magistralmente. Y antes había cantado con Eduvigis Monagas la escena de La Traviata entre Violeta y Germont, y la escena de la vendetta de Rigoletto con Clara Panas, cuya última parte también bisó. Monagas estuvo muy profesional en su réplica y brillante en su solo de Romeo y Julieta, de Gounod; Panas cantó bellamente el difícil Ch’il bel sogno di Doretta, de La Rondine, de Puccini, y estuvo artista y emotiva en el dúo de Rigoletto. Nucci fue aclamado y ellas muy aplaudidas.
La Orquesta Sinfónica de Galicia estuvo dirigida por José Miguel Pérez Sierra, muy atento a la concertación, si bien se echasen de menos algunos matices. El Coro Gaos, que dirige Fernando Briones, más que correcto.
Leo Nucci, barítono. 9/12/2016 Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por José M. Pérez Sierra Coro Gaos, dirigido por Fernando Briones Palacio de la Ópera de A Coruña
laopinioncoruna.es
Julio Andrade Malde
diariodeferrol
¿Superior…? No, más que eso. Insuperable. Así fue el concierto
¿Superior…? No, más que eso. Insuperable. Así fue el concierto de Leo Nucci en el Palacio de la Ópera coruñés el pasado viernes clausurando la temporada de Amigos de la Ópera. Un Nucci magistral, plenamente vigente, voz poderosa, gran capacidad dramática e imponente presencia escénica… cualidades que hacen que sea conceptuado como una verdadera “leyenda viva del canto”. Con un lleno hasta la bandera e importante presencia ferrolana, los amantes del canto lírico vibramos con su interpretación acompañado por la Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por José Miguel Pérez Sierra y por el jovencísimo Coro Gaos, interpretando el célebre Va Pensiero – “vuela pensamiento, sobre alas doradas…”–. Primó Verdi, arias escogidas de Nabucco, Un Ballo in Maschera, Rigoletto…. Sobre Nucci… ¡qué decir! Demostró encontrarse en un momento de plenitud, con su timbre oscuro, perfecto para los roles que asume como propios. Dos promesas –mejor, ya prometidas– de la música, “gallegas por elección”, tuvieron la gran oportunidad de acompañar al Maestro en este histórico concierto: Eduvigis Monagas, alumna de la profesora de canto Diana Somkhieva y Clara Planas, soberbia –en el mejor sentido– en el brillante final a dúo con el preciado Nucci.
Un final apoteósico que levantó al público (más de mil personas) de sus butacas para contribuir con su clamoroso aplauso. Emotivo momento cuando doña Natalia Lamas entrega a Nucci la insignia de oro de la entidad, sin mediar una palabra (sobraban) y con la mejor respuesta que podía esperarse: “ ¡Qué decir…! Voy a cantar”.
En la entrevista previa al concierto que el Maestro me concedió (un honor y un placer) él mismo se pronuncia: “Espero que el teatro esté lleno, pero no por Leo Nucci, si no por la ópera, por la música, por la tradición…” Por todas esas cosas, Maestro, por todos estos años, por todo Leo Nucci… estas líneas de hoy.
elpais.com
La magia del concierto del barítono Leo Nucci en A Coruña se esfumó a la salida al conocer el fallecimiento de David Ethève, solista de chelo de la Sinfónica
Cuando se anunció la suspensión por razones presupuestarias de la Temporada Lírica de A Coruña, Leo Nucci (Castiglione dei Pepoli, Bolonia, 16.04.1942) se ofreció a cantar gratuitamente para Amigos de la Ópera y este viernes fue el día. Nucci, que mantiene un largo idilio con la ciudad desde que hizo en ella su debut internacional (1973), volvió, cantó, actuó y hechizó a su auditorio; como es costumbre desde entonces.
La gala era también un homenaje de Amigos de la Ópera al gran barítono italiano, a quien se le había concedido la medalla de oro de la asociación. La presidenta de la entidad, Natalia Lamas, se la impuso sobre el escenario tras el descanso de la gala en lo que podríamos llamar un sencillo acto. Tanto que no hubo siquiera unas palabras de agradecimiento por sus años actuando en A Coruña. Nada que acompañara la imposición de la medalla, a la que Nucci contestó con un “No sé qué decir, cantaré”.
No queda nada que descubrir a estas alturas sobre Nucci. Casi medio siglo de canto en los más grandes escenarios del mundo lo avalan, Sus facultades son envidiables para un hombre con 74 años cumplidos y donde le cuesta llegar a la voz lo alcanza con sabiduría vocal y escénica, a cuál mayor. Desde su entrada con el Si puo… de I Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo, hasta el final del programa con el Si, vendetta del verdiano Rigoletto -y su más que previsible bis- la noche fue un paseo en triunfo del artista boloñés.
José Miguel Pérez Sierra hizo una buena labor de concertación en los dúos y dirigió con acierto y gran musicalidad a la Orquesta Sinfónica de A Coruña (OSG) -que se mostró una vez más como la gran orquesta de foso que también es- y al Coro Gaos. Este tuvo una actuación francamente digna en el Va pensiero de Verdi, con afinación bien precisa y un timbre agradable. Algo escaso de efectivos masculinos como es habitual en coros aficionados, se hubiera desado un poco más de presencia sonora en esas secciones.
La soprano Clara Jelihovschi Panas, que acompañaba en el célebre dúo, acabó llorando de emoción, que duramente pudo contener para afrontar el bis. La magia, de cerca, puede llegar a hacer daño; un bendito daño en este caso. Ella y Edivigis Managas -cuya voz aparece algo menos madura que la de su compañera- hicieron un papel totalmente digno en sus dúos junto al maestro. Todo el dramatismo de la escena Madamigela Valery… como el de Si, vendetta, antes mencionado fueron transmitidos por barítono y sopranos, electrizando al público del Palacio de la Ópera de A Coruña.
Las sonoras, largas y merecidas ovaciones hicieron salir a escena nuevamente a Nucci que hizo recorrer un escalofrío por muchas espaldas con Son io, mio Carlo, de Don Carlo de Verdi. Más y más aplausos, otro bis y la magia flotando en el ambiente.
Muchos pudieron continuar flotando en ella pero, a la salida de la gala, la noticia del fallecimiento de David Ethève (Neully-sur-Seine, 16.09.1966; A Coruña 09.12.2016) cayó como una losa sobre los camerinos del Palacio de la Ópera. La magia del canto se esfumó al momento. Entre compañeros, amigos y allegados del solista de chelo de la Sinfónica las esperadas felicitaciones por la velada se convirtieron en abrazos llenos de dolor por su muerte.
Ethève formaba parte de la orquesta desde su primer concierto el 15 de mayo de 1992 y era uno de sus puntales desde entonces. Gran violonchelista y más que notable director de orquesta, había sido director artístico de la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia desde 2004 a 2009. Colaboró también con otras orquestas y coros como director invitado por su gran preparación musical y dotes pedagógicas.
En su recuerdo inmediato -y como su música, siempre llena de fuerza, también irradiaba poesía- bien se puede hacer uso de los versos de Antonio Machado con un “verso” transmutado en chelo: “Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, / pero mi chelo brota de manantial sereno; / y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina / soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
David Ethève ha dejado de tocar en la Tierra. Pero nunca nos faltará el recuerdo de su música y su bonhomía. Descanse en paz.