Hace 40 años que su padre, Carlos Gil, aterrizó en A Coruña para jugar en el Liceo. Hace unas horas que su hijo, Christian Gil-Borelli, se subió al escenario de Afundación para ofrecer un recital dentro del ciclo As novas voces galegas. «Estoy muy bien, con mucha ilusión y sin ningún nervio», comenta poco antes de su debut en casa. Una actuación especial al tratarse de la primera en la ciudad en la que nació, y con sus padres, su abuela, y su hermana entre el público. «Muchos familiares los tenemos en Argentina. Aquí somos una familia pequeña pero compacta», apunta sonriente este contratenor que, como les contaba hace unos días, aparcó su profesión de médico para dedicarse de lleno a su pasión, la lírica. «Estoy teniendo mucha suerte y me van surgiendo trabajos para poder continuar con este sueño», destaca. Ahí tienen a los Gil. Padre e hijo. Jugador-entrenador de hockey y médico-contratenor. Ya en el escenario estuvo acompañado por el pianista Miguel Huertas para ofrecer un variado programa con obras de distintos siglos y épocas, incluidas piezas gallegas.
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