Gran éxito de Bryn Terfel y “La Fida Ninfa” en la Temporada Lírica

A continuación, un extracto de los excelentes comentarios cosechados por el concierto de Bryn Terfel con la Sinfónica de Galicia y “La Fida ninfa” en la Temporada Lírica coruñesa

De Mozart a Wagner, pletórico el bajo barítono galés (“La Voz de Galicia”)

En solo una semana, la Temporada Lírica 2014-1015 de A Coruña nos ha traído con La Fida Ninfa una muestra de acendrado virtuosismo vocal del más riguroso belcantismo barroco, en virtud de la luminosa música de Antonio Vivaldi, y también nos ha traído un espectáculo de intensa expresividad vocal en la figura pletórica de Bryn Terfel -de Wolfgang Amadeus Mozart a Richard Wagner- en el que se pudo ver un recorrido por la trayectoria artística del bajo-barítono galés. Y lo es, pero a mí me parece la demostración de dos estilos opuestos, idóneos y bien planificados: el histrionismo no exento de comicidad y la hondura de personajes wagnerianos como Sachs, Von Eschenbach y Wotan.

A punto de cumplir los cincuenta años, Terfel (Pant Glas, 1965) está en plenitud: energía, temperamento, exuberancia vocal, como nacida de la espontaneidad, y las condiciones de musicalidad, capacidad interpretativa, ejemplar asunción de los personajes, seguridad y soltura. Tras la ironía de esa pieza maestra que es Madamina, il catalogo è questo, de las conquistas del diabólico Don Giovanni, entra de lleno en un rol que encarna a Satanás: Mefistófeles y el angelito Mackie el Navaja, unido con sutiles transiciones. A lo que añadir el genial monólogo de Falstaff, una de sus especialidades, Ehi! Paggio. ¡Magnífico! Terfel despliega aquí su voz espléndida y bella en sí misma -emisión no siempre ortodoxa-, aportando timbres hermosos o feos y arriesgados, al exclusivo servicio del personaje.

Tal extroversión queda contenida ante los roles wagnerianos, cuyo canto declamado va bien a las características de Terfel, incluida la nobleza, si bien en El canto de la estrella se echó de menos una línea más depurada.

Fue aclamado. Al igual que la Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por Gareth Jones, excelente en el cómplice acompañamiento y en los números orquestales. El gran triunfador cantó una hermosa canción de su tierra galesa, a nosotros que no sabemos apreciar la belleza de nuestras cantigas líricas. Terfel, un fenómeno escénico en plenitud.

De la ‘tablet’ al Walhalla con Bryn Terfel en A Coruña (“El País”)

(…) En la primera parte, Terfel se metió al público en el bolsillo desde su salida al escenario gracias a un cuidado discurso visual que desarrolla con su gran experiencia y presencia escénica. El uso de una “tablet” como soporte físico de la lista de conquistas donjuanescas que expresa Leporello en la célebre aria Madamina, il catalogo e questo hizo estragos entre los asistentes. Su pequeña disertación en inglés antes de Die Moritat von Mackie Messer quebró las pocas resistencias que aún pudiera haber en el público, totalmente entregado a partir de ese momento. El acompañamiento en esta pieza tuvo el adecuado tono cabaretero a partir del carácter marcado en su inicio en por Ludmila Orlova.

La voz de Terfel tiene un bello timbre baritonal y la maneja con gran eficacia expresiva, dando el carácter de cada personaje de forma muy personal. Su enorme potencia y una soberbia proyeccción hace que ruede hasta el último rincón de la sala, pese a los problemas acústicos del Palacio de la Ópera. Su vocalización excesivamente abierta perjudicó sobre todo la pronunciación francesa en Le veau d’or del Faust de Gounod. Es una falta de atención hacia el idioma francés bastante extendida entre cantantes anglosajones, en contraposición a cuidado y permanente búsqueda de la llamada italianità. Su interpretación de Falstaff que cerró la primera parte fue soberbia, especialmente desde el punto de vista escénico.

La segunda estuvo totalmente dedicada a Wagner, empezando por una interpretación redonda de sendos pasajes de Die Meister singer y de Tannhäuser. Tras estos, la escena final del tercer acto de Die Walküre, la despedida de Brünnhilde por Wotan, fue la culminación vocal y sonora de la noche. El público del Palacio de la Ópera tuvo la ocasión de escuchar al mejor Terfel, que tuvo la sobriedad requerida por el repertorio y toda la grandeza vocal y musical de que es capaz. La ovación fue de las que se recuerdan largo tiempo y Terfel correspondió con una canción de su Gales natal, acompañado por el también galés Gareth Jones, que bajó del podio para acompañarle al piano (…)

 

Flexibilidad y vuelo lírico (“La Opinión”)

Gran expectación entre los aficionados; Palacio de la Ópera próximo al lleno. Terfel ha sido un grande. Y todavía lo es hoy porque conserva notables facultades vocales y a ello suma la sabiduría que otorga el largo ejercicio del canto en los escenarios de ópera del mundo entero. La voz de Bryn Terfel ha ganado en madurez y tal vez haya perdido algo de frescura y de igualdad (…) Registros central y agudo soberbios (espléndida nota alta en Falstaff, de Verdi); vibrato justo que confiere brillo a las notas sin afearlas. Y una formidable proyección que lleva la voz hasta los últimos rincones de la sala sin que una nutrida orquesta sinfónica llegue a taparlo nunca. Hay que añadir sus dotes de actor que le conquistan el favor del público (…), donde realmente estuvo espléndido fue en Wagner: el aria de Sachs, en Maestros cantores; la maravillosa Canción de la estrella, de Tannhäuser; y sin duda en la conmovedora despedida de Wotan a Brunilda, en La Valkiria. La aclamación que recibió Terfel le hizo salir a saludar repetidas veces. Y otorgó, como bis, una canción popular galesa, que acompañó al piano el director Gareth Jones.

 

 

 

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