De Verdi a Broadway en A Coruña en el recital de Gregory Kunde y Marianne Cornetti
Por Opera World · 30 agosto 2016
Gregory Kunde. Foto: Chris Gloag
Los recortes han afectado a la cantidad pero no a la calidad de la temporada Lírica en A Coruña. Dos títulos operísticos como Falstaff e Il Barbiere di Siviglia, unos fantásticos recitales y la presencia de figuras de la lírica mundial como Terfel, Nucci, Arteta, J.J. Rodríguez, Kunde o Nucci configuran la oferta lírica en la ciudad herculina este año.
El pasado día 28 de agosto, se abría la temporada con un recital a cargo de Gregory Kunde y Marianne Cornetti acompañados, al piano, por José Ramón Martín que llevaba por título De Verdi a Broadway. Tanto los artistas, como los Amigos de la Ópera de A Coruña, quisieron dedicar el evento a las víctimas del terremoto en Italia como a la recientemente fallecida Daniela Dessi. En la primera parte del mismo interpretaron arias y dúos de Wagner, Verdi, Gounod o Saint-Saëns, dejando para la segunda (y bises) un repaso a los más conocidos números del género musical norteamericano.
Es evidente que poco se puede decir de ya Gregory Kunde. Mostró su bello timbre, su rutilante ascensión a unos agudos bien colocados y proyectados, su técnica y su capacidad interpretativa vocal. Fantásticos su “Quando le seré al placido …” de Luisa Miller dónde, como anécdota, tuvo un pequeño error en la letra del aria que no supone mácula a su interpretación vocal y que resolvió magníficamente, y el soberbio Celeste Aida. También brilló en su “Ah, lêve toi, soleil!”, del Romeo et Juliette de Gounod, pieza ajena a su estilo (algo difícil de definir en un brillante todoterreno como Kunde) y en los dúos de Aida e Il Tovatore y dándole la réplica a Cornetti en el “Mon coeur s´ouvre à ta voix” del Samson et Dalilah.
Fantástica Marianne Cornetti. La mezzosoprano estadounidense es un prodigio vocal. Timbre auténtico de mezzo, unos graves naturales rotundos, una voz ancha, rica en matices y armónicos, unos magníficos y squillantes agudos y una voz completamente homogénea en todos los registros, son las señas de identidad de esta cantante. Abrió el recital con el “Dich teulle Halle”, el aria de Elisabeth del acto II de Tannhäuser y exhibió los graves que citaba anteriormente en “Re dell´abisso afrettati” de Un ballo in Maschera. Estuvo colosal vocalmente en como Azucena (ya la conocíamos del Trovador del año pasado), Dalilah o Amneris en los dúos con Kunde. Pocas mezzos tan cualificadas, vocal y técnicamente, hay en la actualidad como esta cantante norteamericana.
Marianne Cornetti
La segunda parte del recital fue un homenaje a los principales musicales de Broadway, con protagonismo a los principales números de obras como Love is here to Stay, West Side Story, Cats, Showboat, Carousel o Sound o Music de autores como Gershwin, Bernstein, Hammerstein o Webber. Fantástica, una vez más, Cornetti en esta parte (incluso en piezas pensadas para una tesitura distinta a la suya como “Tonight”) tal y como acreditó con un emotivo “Climb Every Mountain”. En los bises, números de The Phantom of the Opera, My fair Lady y Oklahoma para cerrar la fántastica velada, Gregory Kunde, con un insultante “Nessun dorma” por los poderosos medios vocales que exhibió el tenor.
Debo destacar el buen hacer de José Ramón Martín acompañando magistralmente a los cantantes, sacando sonido al piano y brillando en la segunda parte del recital en un terreno difícil, el musical de Broadway, y que entiendo que le es ajeno. El público supo reconocer su excelente labor.
En definitiva, unos grandísimos intérpretes y un programa variado que iba de Verdi a Broadway que pudo disfrutar el público en el Palacio de la Ópera coruñés como inicio de esta interesante temporada operística.
Daniel Diz
codalario.com
Crítica: Recital de Gregory Kunde y Marianne Cornetti en La Coruña
Gregory Kunde y Marianne Cornetti lucieron sus magníficas voces en un original programa, fusión del género operístico y del musical americano.
TRIUNFAL VUELTA DE LA LÍRICA A LA CORUÑA
Por Rubén Martínez
La Coruña. Palacio de la Ópera. 28/VIII/16. Gregory Kunde (tenor), Marianne Cornetti (mezzo). José Ramón Martín Díaz (piano).
A pesar de las turbulencias políticas que dinamitaron la pasada temporada lírica coruñesa, probablemente la más ambiciosa y artísticamente relevante de los últimos años, y que dieron al traste, entre otros espectáculos programados, con El holandés errante, Salomé y West Side Story, no se ha conseguido enterrar (al menos no del todo) la actividad lírica en una ciudad con una enorme tradición por este género.
Los recortes mal entendidos por las segmentos políticos más extremistas que siguen identificando erróneamente esta manifestación cultural con las élites conservadoras y que parecen desconocer absolutamente el papel histórico que tradicionalmente la cultura ha desempeñado en las concepciones ideológicas que supuestamente pretenden defender generaron uno de los enfrentamientos más bochornosos que se recuerdan en este ámbito, con los habituales cruces de acusaciones y ese “y tú más” tan arraigado en la clase política española. Afortunadamente, al final se ha conseguido disponer de un exiguo presupuesto para que la actividad lírica coruñesa no desaparezca, algo que, a tenor de lo ocurrido, pudiera parecer el objetivo de no pocos representantes políticos.
En su estrategia habitual el director artístico de la programación lírica coruñesa, César Wonenburger, continúa dando prioridad a la presencia en la ciudad de algunas de las mejores voces del panorama lírico internacional, algo que se ha convertido en marca de la casa y que logra que año tras año figuras como Celso Albelo, Leo Nucci, Ainhoa Arteta o Gregory Kunde tengan en la ciudad gallega uno de sus principales cuarteles de operaciones.
El espectáculo elegido para abrir el festival contó con dos de los triunfadores en el Trovatore de la pasada temporada, ambos norteamericanos: el tenor Gregory Kunde y la mezzo Marianne Cornetti, ambos acompañados al piano por el valenciano José Ramón Martín Díaz, repertorista habitual del Palau de les Arts en su ciudad natal, y que estuvo a la altura en un extenso, heterogéneo y exigente programa.
El programa elegido, con el sugerente título “De Verdi a Broadway” ponía en evidencia la apuesta por una interesante mezcla de estilos con una primera parte consagrada al género operístico, donde no sólo hubo Verdi, y una segunda dedicada íntegramente al musical.
Ya desde la primera pieza, el “Dich teure Halle” del Tannhäuser wagneriano, Cornetti impactó por la contundencia de un material pleno, de genuino acero y mordiente, un instrumento de sorprendente extensión y presencia en todos los registros que, no en vano, a lo largo de los años ha combinado roles de mezzo contraltiana (Ulrica) con otros de mezzo aguda (Eboli, Preziosilla) así como papeles de soprano spinto (Abigaille, Lady Macbeth, Turandot) aparte de realizar incursiones en el repertorio wagneriano (Ortrud) y verista (Santuzza, Princesa de Bouillon). La flexibilidad, elasticidad y polivalencia de su instrumento queda patente en el hecho de ser capaz de cantar los tres roles femeninos de La gioconda.
Sus intervenciones en la primera parte del concierto se completaron con un sentido dúo de Il trovatore verdiano “madre, non dormi?” (impresionante ese “il rogo, il rogo, parola orrenda”), el “Re dell’abisso” de Un ballo in maschera donde pudo lucirse en su nada desdeñable registro grave, seguido por el “mon coeur s’ouvre à ta voix” del Samson et Dalila para terminar dando réplica a su colega en un fogoso “l’abborrita rivale a me sfuggia” del cuarto acto de Aida. La norteamericana ofreció un amplísimo repertorio de registros vocales, desde “la” naturales y “sí” bemoles que fueron auténticos latigazos hasta toda una lección de control del aire y emisión sul fiato a media voz (ese “ai nostri monti” o el propio “ah, réponds à ma tendresse”), todo ello acompañado de una excelente dicción tanto en italiano como en francés y alemán, amén de un exquisito estilo del fraseo y de acompañar el texto con la coloración justa siguiendo la estela de grandes del género como la mismísima Giulietta Simionato a la que recuerda en los pasajes a media voz.
No deja de ser curioso y tristemente ejemplarizante de la situación actual del género el hecho de que una artista de este calibre llevase 6 meses en su casa sin ningún contrato y que, en el Metropolitan de Nueva York, le ofrezcan un “cover” de Amneris. Las dictaduras estéticas de los registas que ponen las obras a su servicio y no al revés junto con la connivencia y/o pasividad de los responsables artísticos que lo toleran y que demostrando una preocupante estrechez de miras lo aceptan como la única forma de rejuvenecer y acercar el género a nuevos públicos nos hacen preguntarnos seriamente si en el siglo XXI, un Pavarotti o una Caballé estarían también en su casa esperando a que sonara el teléfono para ofrecerles un contrato.
Por su parte Gregory Kunde cuya agenda sí se encuentra totalmente llena, hasta nos atreveríamos a decir que saturada, comenzó la velada con una interesante interpretación del “Oh, fede negar potessi…Quando le sere al placido” de la Luisa Miller, con un recitativo escanciado con genuinos acentos verdianos y un cantabile posterior algo deslucido en su primera mitad por un lapsus con el texto pero que retomó el vuelo en la segunda estrofa, con el instrumento más atemperado y sin problemas con la letra. Su siguiente página solista, el “Ah, lêve toi soleil” del Romeo et Juliette contribuyó enormemente a caldear el ambiente, siendo página muy poco habitual en sus recitales y atacada en la tonalidad alternativa orquestal medio tono más alta que la versión para canto y piano, con lo que los “ah parais” en sí natural resultaron especialmente brillantes exhibiendo una colocación horizontal en máscara del sonido vocálico “e” tan cercana a la que predicaba el maestro Kraus. Antes de atacar el dúo de Aida con el que se cerró la primera parte del recital Kunde se atrevió con la compleja aria de salida de Radamés, “Celeste Aida”, cuyo recitativo “Se quel guerrier io fossi” fue desgranado con un gran poderío y tintes heroicos, ya desde el la bemol de “per te ho vinto” y continuando en los sí bemoles posteriores, amén de una excelente cobertura de los fa naturales que tantos problemas plantean a muchos colegas de cuerda por su situación en la zona del pasaje, verdadera esencia de la dificultad de este aria, y que Kunde resuelve sin que la musicalidad de la frase se resienta lo más mínimo.
Tras el descanso se pasó a una segunda parte donde ambos artistas supieron perfectamente plegar sus suntuosos medios vocales para de este modo aligerarlos y adentrarse en el peculiar estilo del musical americano, interpretando canciones de Gershwin (“I Got Rhythm” y “Love is here to stay”) así como hits de West Side Story, Showboat, Cats (gran interpretación de “Memory” a cargo de Cornetti), Carousel y Sound of Music. Ambos sorprendieron muy gratamente por su adecuación al estilo así como por la versatilidad y frescura artística demostradas y lo camaleónico de sus instrumentos.
Las propinas comenzaron con una sentida versión de “No more talk of darkness” del Fantasma de la ópera de Lloyd Webber, en el que las voces de ambos protagonistas se fundieron de forma magistral. Cornetti interpretó a continuación una simpática “I could have danced all night” de My Fair Lady compuesta por Frederick Loewe. Le llegó el turno entonces a Gregory Kunde con una fresquísima interpretación del “Till there was you”, perteneciente al musical The music man, con música y texto de Meredith Willson, en un estilo muy Frank Sinatra, como el propio Kunde anunció. Un dúo de Oklahoma!, el “People will say we’re in love” arrancó nuevas ovaciones y el recital terminó con un glorioso “Nessun dorma” a cargo del de Illinois que supuso un broche de oro a la velada.
Nos consta que había preparada alguna propina adicional que las apretadas agendas del respetable nos impidieron disfrutar, especialmente las de jubilados (y jubiladas) que ya desde la finalización del programa oficial comenzaron a desfilar lentamente por donde más se les viera y más pudieran molestar a los que deseábamos seguir disfrutando del arte y generosidad de los artistas. Una pena que esta parte del público (una minoría sí, pero que molesta y causa un gran sonrojo y vergüenza ajena al resto) se vayan de un evento de estas características como si del pitido final del árbitro en un partido de fútbol se tratase, desfilando delante de los propios artistas y menospreciando la generosidad de estos. Siempre será un misterio insondable para el que escribe los imprescindibles e irrenunciables quehaceres que cual resorte imposibilitan a esta parte del público mantenerse diez minutos más en sus localidades. Misterios de la lírica.