Rossini: El barbero de Sevilla, en A Coruña

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Nueva producción de Amigos de la Ópera de A Coruña en el Palacio de la Ópera-mañana, 20 H.- con El barbero de Sevilla, en versión escenificada de Xosé M.Rabón, responsable también de la iluminación y que dispondrá de un cuadro de solistas en el que se concitan juventud y veteranía, comenzando por Borja Quiza-Fígaro-, un tenor que nos acostumbró a escucharle en frentes variados y cuyo carácter inquieto, quedó reflejado en su Papageno de La Flauta Mágica o en Io,Don Giovanni de C.Saura. La soprano Carol García-Rosina-, crece enteros desde su Angelina de La Cenerentola, con Joyce Didonato, J. Diego Flórez y C.Chauson. Otros roles en su favor: Zulma de L´Italiana in Algeri o Charlotte de Werther. El tenor Barry Banks-El Conde Almaviva-, dejó impronta en la Ermione rossiniana dirigida por A.Zedda, como Orestes. Bruno de Simeone, bajo- el Dr. Bartolo-, es un talento en ópera buffa y tiene como bandera la trilogía Da Ponte-Mozart. Para ratificarlo, su Don Magnifico (La Cenerentola) y Dulcamara ( L´elisir d´amore). El bajo Burak Bilgili- Don Basilio-, es otra garantía en papeles del Cisne de Pesaro. Nos quedan voces que dan relevancia por su proximidad: la mezzo Helena Abad-Berta-, y el barítono Pedro Martínez Tapia-Fiorello-, bajo la dirección de Marcello Panni y la O.S.G. con el Coro Gaos de F.Briones. Panni dirigió años atrás I Puritani de Bellini y Don Pasquale de Donizetti, y tuvo una actividad importante en el Teatro San Carlo de Nápoles, la Óperas de Niza y Bonn. Distante en el recuerdo y dentro del Festival Mozart de 1999, un Il Barbiere di Siviglia en una producción del Teatro de La Maestranza, dirigida por Zedda, o la curiosidad de El Superbarbero de Sevilla de 2011, una adaptación para el público infantil, llegada del Liceu y con tratamiento escénico de El Tricicle y dirección musical de Alan Branch.

Un encargo para el Carnaval de 1816, en Roma, fue la sugerencia dirigida a Rossini a través del empresario del Teatro Argentina, a la vista de una temporada que se presentaba pobre, aunque la urgencia apuró su decisión. Quedaba el éxito de Paisiello y la posibilidad de probar sobre el tema, revisando el libreto y cambiando el título inicial de Almaviva, ossia l´inutile precauzione. Era costumbre que compositores del momento, no dudasen en subirse al carro de un espectáculo ya aceptado y en esta ocasión, se repetía la apuesta, teniendo en cuenta sus condicionantes visibles. Stendhal, en su vida de Rossini, comentaba los padecimientos del empresario del Teatro Argentina, atormentado por la policía, que le rechazaba sus libretti so pretexto de alusiones. Cuando un pueblo es ingenioso y descontento, todo se convierte en alusión. En un momento de mal humor, nuestro hombre propuso al gobernador de Roma El Barbero de Sevilla, libreto muy bonito que Paisello había puesto en música. El gobernador, cansando aquel día, de hablar de costumbres y decencia, aceptó. Pero dejemos la opinión a nuestro muy querido Alberto Zedda en sus Divagaciones rossinianas: Il Barbiere di Siviglia no es solo una bellísima ópera que de principio a fin no conoce caídas de inspiración: también es un elocuente manifiesto de la revolución que Rossini aportó al teatro melodramático. Para que su clamoroso impacto en la tradición resulte claro, el compositor recurre a la popular ópera cómica y elige un asunto donde la contraposición entre el mundo aristocrático, en un caso, y el democrático naciente, constituye el eje de la historia. Como sucede casi siempre en su ópera cómica, en Il Barbiere, entran en conflicto dos géneros de comicidad: la abstracción metafísica de lo comique absolu, adecuada para la parafernalia belcantista, y el realismo deformado de lo comique significatif, ingrediente básico de la ópera bufa tradicional.

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