EN CAMISA DE ONCE VARAS

 

Carlos Saura: “Me he sentido traicionado por Antonio Banderas”

  • ANA DEL BARRIO

 

Foto: ANTONIO HEREDIA

A sus 87 años, el cineasta Carlos Saura sigue con una actividad frenética. Ha terminado de rodar el musical ‘El rey de todo el mundo’, su regreso a la ficción después de 10 años y prepara el estreno de la ópera ‘Don Giovanni’ para el mes de septiembre en A Coruña. Desde su apacible casa en la localidad madrileña de Collado Mediano, desgrana sus miedos ante estos tiempos de incertidumbre.

¿Cómo crece un niño en plena Guerra Civil?

 

Yo creo que está en mis películas, de alguna forma. Todos los recuerdos de la guerra son momentos realmente angustiosos, pero más por reflejo de mis padres que por mí mismo. En Barcelona, había bombardeos bastante fuertes, pero yo ya estaba acostumbrado a los de Madrid. Entonces los veía casi como un divertimento, sería demasiado decir, pero como una cosa fascinante.

 

¿Se imaginó algún día que se convertiría en un director de culto?

A mí esas cosas me dan terror. En absoluto, ¿cómo vas a imaginarte eso? Mi vocación cinematográfica ha sido muy lenta. Empecé con la fotografía y, luego, hice documentales. Después, necesitaba contar historias y pasé al cine de ficción.

 

¿Cuál es la clave para hacer una buena fotografía?

Nunca me he preocupado de hacer una buena foto. Es una cosa instintiva. En el momento en el que tú aprietas el obturador de una cámara, cuando tienes cierto oficio, sabes perfectamente si esa foto está bien o mal.

 

Gracias a Instagram, todos nos hemos convertido en fotógrafos.

Ha habido una revolución técnica tan enorme en los últimos años, que es una cosa brutal. La fotografía se ha democratizado. Antes era complicadísimo. Ser fotógrafo era casi como ser Dios.

 

Ahora, cuando vas a cubrir un evento, te encuentras con 20 personas que te hacen la competencia grabando la noticia con el móvil.

La mayor sorpresa que me he llevado haciendo en esta última película en México, El rey de todo el mundo, es ver a Vittorio Storaro, uno de los más grandes iluminadores del cine, que hacía fotografías con un móvil. Yo le decía: “Pero, hombre, Vittorio, ¿tú también? Es una vergüenza”. Y me contestaba que tenía la calidad suficiente para lo que estaba haciendo y para qué iba a andar con un cacharro más grande.

 

¿Qué supuso para usted Luis Buñuel?

Un amigo, sobre todo. Me encontré con la obra de Luis Buñuel en Montpellier, porque en España era imposible conocerlo. Luego, más tarde, cuando empecé a ir a festivales de cine, en los años 60, tuve la oportunidad de conocerle. Le invitamos a la proyección de Los golfos y vino a verla. A partir de ahí, trabamos una relación amistosa.

 

¿Trabajar con Elías Querejeta fue una bendición o una tortura?

No, tortura jamás. Nunca se metió con nada en mis dos películas. Además, yo no lo habría permitido.

 

¿Desdeña al público o lo tiene en cuenta a la hora de rodar?

Tener un éxito es estupendo. Pero yo creo que hay que tener mucho cuidado hasta dónde te puedes bajar los pantalones. No es tan difícil halagar al público porque hay una mecánica relativamente sencilla. Lo vemos todos los días en televisión. Yo, en principio, rechazo esos recursos porque me parecen innobles. Se juega demasiado con los sentimientos facilones de la gente.

 

En líneas generales ahora mismo, nos bajamos demasiado los pantalones, ¿no?

Me parece que hay una falta de exigencia de calidad, quizás por esa especie de banalización de todas las cosas. Estamos en un mundo muy superficial, donde la publicidad manda demasiado, una publicidad muy tramposa, que utiliza a la mujer como un objeto. Tanto hablar de feminismo y se permite que la mayor parte de las cosas que vemos en la televisión usa a la mujer como objeto, tanto en los programas del corazón, como en la publicidad. Estamos viviendo un periodo donde es muy difícil tener una personalidad y demostrarla.

 

Vuelve a la ficción después de diez años con el musical ‘El rey de todo el mundo’. ¿Prefiere los bailarines a los actores?

Entremedias he hecho un par de películas musicales y he dirigido un par de obras de teatro. O sea, que no he estado nunca alejado de la ficción. He intentado escribir varias obras de ficción que no encontraron productor.

 

¿Carlos Saura tiene guiones en el cajón?

Tengo seis o siete guiones que no se han hecho nunca.

 

¿Cómo va su proyecto de la película de Picasso con Antonio Banderas?

Con Antonio Banderas, mal, pero el Picasso está bien. Mal porque yo me he sentido traicionado cuando Antonio Banderas ha aceptado hacer la versión de Picasso para el ‘National Geographic’. Me parece que es un error.

 

¿Ese proyecto se pisa con el suyo?

Se pisa en el sentido de que se anuló la posibilidad de hacerlo en ese momento. Ellos eran mucho más poderosos que yo. Además, Antonio Banderas cobraba muchísimo más dinero de lo que podía cobrar conmigo y se marchó a hacer esto porque le interesaba económicamente, supongo yo. Lo vi como una especie de traición. Si Banderas hubiera puesto de verdad interés fuerte por hacer la película, se hubiera hecho. Pero bueno, admiro mucho a Antonio como actor y como persona. Pero, me sorprendió. Me avisó, las cosas como son, y me dijo que quería hacer eso.

 

Y al final, ¿se va a rodar su Picasso?

Parece ser que se va a hacer. Ahora se están calentando los motores.

Pero sin Banderas.

Sí. Yo no lo haría con Banderas ya.

 

¿Qué actor le ha sacado de sus casillas?

He tenido problemas con los cantantes, pero nunca con los actores. He hecho alguna Carmen, donde había un tenor que era un imbécil insoportable. No me hacía caso de nada de lo que le indicaba. Él decía que hacía eso toda la vida y que yo no le iba a enseñar a hacerlo. Y yo le contestaba que no quería enseñarle a cantar, sino que se moviese de aquí para allá. Nada más.

El cineasta Félix Viscarret sostiene que hay dos tipos de directores: los educados y los que gritan.

 

¿De qué tipo es usted?

Yo nunca grito. Eso seguro. Se grita por nervios o por inseguridad. Una de las ventajas que tengo es que estoy acostumbrado a improvisar. Vengo de una escuela de cine muy económica, donde había que improvisar naturalmente. Lo he mantenido siempre. Yo creo que un director que grita, está perdido.

 

¿Se siente mejor tratado fuera de España que dentro?

Sí. Ahora ya no lo puedo decir tanto porque me ven muy viejo y piensan que me voy a morir dentro de poco… Algunos jóvenes me quieren, cosa que me sorprende bastante. Pero en mi época, cuando yo estaba en la escuela de cine, siempre pensábamos que a ver si se morían de una vez esos viejos directores del régimen y nos dejaban el espacio para trabajar. Creo que eso ha cambiado. Ahora soy reconocido en España mucho más que antes. Hasta se me quiere.

 

¿Cuál ha sido el mayor palo que se ha llevado en su carrera?

Ahora dicen que La caza es mi mejor película. Cuando hicimos la proyección, vino un crítico, no te voy a decir quién es, y me dijo: ‘¡Vaya una mierda de película que has hecho!’.

¡Qué sincero!, ¿no?

Me deprimió mucho porque pensé que ya no iba a hacer nunca más otra película.

Ha contado que hubo una generación que criticó con crueldad el cine de autor que usted hacía.

Sí, fue una generación absurda. No digo quiénes son porque no quiero ser vengativo. Pero hubo toda una época donde se consideraba que el cine de autor era un aburrimiento. Ellos, en cambio, iban a hacer un cine mucho más divertido y que iba a tener gran éxito, lo cual tampoco sucedió.

 

¿Tiene teléfono móvil?

Sí, pero casi no lo utilizo.

Dicen que ahora el lujo es no tener móvil.

Yo, como si no lo tuviera. Con los relojes, me pasa igual. Este es un Casio que me costó 23 euros. Yo tengo un Rolex que me regaló Antonio Gades y que vale una fortuna. No se me ocurre llevarlo porque es mucho mejor este reloj. Es mucho más exacto.

¡Cómo le oigan los de Rolex!

Yo pertenezco a la Fundación Rolex y hacen unos relojes preciosos. Una vez, una persona me dijo: “Mira, no lleves un Rolex por ahí porque te pueden cortar la mano”. Y entonces dije que ya no nunca más lo llevaría.

 

¿Por qué cree que se puede volver a repetir la Guerra Civil?

Éste es un país muy bárbaro. En España, a pesar de todo, hay por abajo una especie de fuego extraño que, de vez en cuando, se reviven cosas que ya parecían pasadas. Cada vez se están preparando más conflictos. En España, aparece otra vez la extrema derecha. Todo, de momento, muy suavizado porque estamos en otra época. Pero nunca se sabe si hay algún imbécil que, de repente, se cree un dictador y decide que eso es lo que hay que hacer.

 

¿Existe un peligro real?

A mí lo que me da miedo es el caldo de cultivo que se va creando en Europa y en el mundo entero. Si uno piensa que la última guerra mundial murieron 60 millones de personas, es como para tener miedo. El ser humano es contradictorio.

 

¿Cuáles son sus contradicciones?

No me ha gustado nunca hacerme autoanálisis. Yo tenía un cuñado que era psicoanalista y he estado en muchas sesiones con él. Me vestía de médico y me dejaba quedarme escuchando. En fin, la religión católica inventó la confesión que es lo mismo. Un invento genial.

 

Ha declarado que siempre ha hecho lo que las mujeres han querido, ¿se considera feminista?

Ni machista ni feminista. Estas nomenclaturas no me gustan demasiado. Las mujeres tienen razón en gran parte de sus reivindicaciones, que van a cambiar el mundo. Lo único que les reprocho es que cometan los mismos errores que los hombres. Yo pensaba que si las mujeres llegaban al poder iban a ser como más suaves. Pero, ¡claro! ¡Ahí estaba la Thatcher! Son feroces, peores que los hombres o iguales.

También ha confesado que tiene miedo a veces de opinar sobre estos temas por si le llaman machista.

 

Mi mujer, que es la actriz Eulalia Ramón, enseguida me dice que soy un machista.

¿Y lo es?

 

Yo no puedo decir que soy machista, porque nunca lo he sido. Al contrario, creo que es una maravilla es estar acompañado por una mujer y que se establezca una relación amorosa. El problema es que esa relación amorosa, desgraciadamente, no suele durar demasiado tiempo. Porque esos matrimonios que duran toda la vida son una excepción, ¿verdad? Es muy difícil que dos personas, sobre todo hombre y mujer, crezcan al mismo tiempo en todos los sentidos: mentalmente, sexualmente, corporalmente…

 

Es difícil que las parejas pervivan.

Lo me preocupa ahora del feminismo y, te lo digo en serio porque lo veo, es que empieza a nacer una especie de odio al hombre. Eso me parece tan preocupante como lo contrario. Aparecen cada vez más chicas lésbicas porque entienden que es mucho más fácil tener placer sexual con mujeres que no con hombres que van a ser un problema. Esto es una cosa de la que no se habla demasiado, pero yo creo que es un problema. Es verdad que hay muchas bestias, asesinos e hijos de Satanás, por supuesto, pero también hay otros que no lo son. Del hombre normal que tiene un respeto por la mujer no se habla.

 

¿Cree entonces que hay un auge de relaciones entre mujeres por este clima?

Está claro. Vamos yo si fuera mujer también lo pensaría muy despacio. Pudiendo tener una realización sexual con otra mujer que me gusta, ¿para qué me voy a complicar la vida? Pero, bueno, allá cada cual.

 

El de Frank Sinatra dice que “lo mejor está por llegar! ¿Qué pondría en su epitafio?

No, no creo que lo mejor esté por llegar. Lo peor está por llegar

FUENTE: https://www.elmundo.es/papel/lideres/2019/08/20/5d56aadafc6c83a4788b464f.html

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