CELSO ALBELO TENOR
“Predicar con el ejemplo es gratificante y con A Coruña no podía obrar de otra forma”
El tenor Celso Albelo vuelve a su ciudad adoptiva para agradecerle diez años de acogimiento en forma de recital. Y es que este fue el primer lugar donde el canario mostró su voz grave en una ópera.
El artista repasará las obras líricas de su repertorio
El tenor Celso Albelo vuelve a su ciudad adoptiva para agradecerle diez años de acogimiento en forma de recital. Y es que este fue el primer lugar donde el canario mostró su voz grave en una ópera.
Al año siguiente volvió porque su voz dejó poso entre los miembros de la asociación Amigos de la Ópera y no dudaron en volverle a llamar. Hoy es el día que siguen haciéndolo porque “se dice muy fácil que no todo es el dinero, pero predicar con el ejemplo es gratificante y con A Coruña no podía obras de otra forma”.
Así es que el viernes repasará en el teatro Rosalía un decenio de emociones para ponerse en la piel de distintos personajes en tiempo récord. Del Don Pascual, del que eligió dos arias, se paseará por todas las obras de su repertorio: “Resumirlo en una hora y media es duro para mí y mi pianista porque un rol que se desarrolla en tres horas, lo concentraré en cinco minutos”.
Son retos bonitos, dice el canario, fabricados para hacer pasar un rato divertido. Será la primera vez que hará algo así: “Nunca he hecho esto en mi vida, mis recitales tienen una parte dedicada a la ópera y otra a la canción francesa, alemana o italiana”.
Para Celso, sin el apoyo de Amigos de la Ópera, “no hubiera sido lo mismo, así que espero que sean otros diez”, que sumen 20 de aquel primer encuentro en que se subió al escenario con Stefania Bonfadelli en el Palacio de la Ópera y un piano: “La gente iba a ver a Stefania y se encontró con un canario que no desagradó. Por eso, me invitaron al año siguiente y al otro y desde el tercero, Wonemburger me decía: ‘No vas a volver más’”. Pero aquí está con la humildad como bandera.
Albelo la saca a paseo cuando afirma que “sigo siendo el mismo pesado y me siguen aguantando”. Le entristece pensar que el Festival de Ópera, que alimentó con su voz, se tambalee porque “es un paso atrás, estas dificultades rozan lo absurdo cuando estamos hablando de un festival con un pasado y un presente brutal, sobre todo, por los medios que tienen”.
El cantante señala que no solo él forma parte de la plantilla que utilizó la voz para pedir mimos a la lírica. También la levantaron Ainhoa Arteta o Leo Nucci, sin olvidar al gran maestro Alberto Zedda: “Es como castigar al que lo ha hecho bien”. Cree que cierta parte de la cultura es clasista cuando esta debe ser universal. Yo soy de una barriada y pienso que la ópera no está hecha para élites, aunque haya gente que crea lo contrario”.
Para Albelo no es el momento de destinar partidas presupuestarias para apoyar otras cosas porque ya lo dijo Churchill, que no se puede quitar dinero del teatro para gastarlo en más munición: “¿Para qué estamos haciendo la guerra?”.
Albelo sentencia que el paso de la cultura a la incultura se pagará caro, pero él sigue sembrando amor por la ópera a lo largo del globo terráqueo. De A Coruña, se irá al teatro Bolshói de Moscú, donde será Don Pascual. De ahí cruzará los Pirineos para debutar en Bilbao con “Lucrezia Borgia” y llevar su voz para que suene en Varsovia (Polonia). Dice Celso que esto no se acaba nunca: “Mira Plácido Domingo, que sigue buscando”.
Porque nunca se consideró ser un grande, se dedica a transmitir a la gente ciertas cosas de la música. Añade que a nadie le amarga un dulce que lo coloquen en el podio, pero hace caso omiso a los ránkings y continúa, con Roberto, su pequeño de dos años, o sin él. Eso sí que fue lo más bonito que le pasó en la vida y, como no, también lo trajo aquí por primera vez para un directo. Mientras, se dispone a resumir su historia con la ciudad como uno de los mejores embajadores del bel canto romántico que es.